martes, 29 de marzo de 2011

Hugo Neyra: A falta de política, dos outsiders

HUGO NEYRA

Esta es la peor campaña electoral de la historia del Perú que por mi parte haya presenciado, y he visto muchas, en mis ya luengos años. Golpes bajos nunca faltan, una justa electoral no se hace con ángeles, y desde los griegos, política es “agon”, es lucha. Y pedir “llevarse bien” a los contrincantes como si fuesen párvulos, es “una brincadeira” como dicen los brasileños. Un “fun”, una broma. Ha faltado algo. Las exposiciones de candidatos parecían para gerentes de obras. Ha faltado la política misma. Por eso no hay un outsider sino dos, que progresan. Los demócratas que iban de punteros, Toledo, Castañeda, si se contraen, es porque el país está politizado hasta el tuétano. La gente quiere justicia y no solo paneles. Una democracia se asocia a un “principio de esperanza” o desaparece.

¿Qué es política? “La gestión no guerrera de los conflictos” (Comte-Sponville). “El espíritu crítico”. “Una comunidad que no reconociese sus defectos sería una colonia de hormigas” (Karl Popper). Política no es decirle al pueblo solamente lo que quiere escuchar. Las elecciones fueron en el Perú pretexto para educar. Pedagogía de masas, eso hacían Haya, Belaunde, Cornejo Chávez, Barrantes. Pero hoy no. Y he aquí el feed-back, el efecto inesperado. Los outsiders. Ya lo dije: “En política, un outsider es el que está fuera del juego –que vendría a ser el sistema de partidos– o el que entra proponiendo reglas distintas” (18/3/06). En el primer caso se halla PPK, en el segundo, aunque diga que no, Ollanta Humala: en cada entrevista habla de modificar la Constitución. Los examinaré por separado.

Con PPK, nada es más revelador que los insultos que recibe. El peor, el de extranjero. Se necesita mucha flema para tratar como extranjero a PPK, mucha supina ignorancia sobre lo que aportaron al Perú del siglo XIX los inmigrantes europeos cuando llegaron ingenieros, médicos y sabios. El padre del actual candidato fue don Maxime, con apellido ligeramente distinto, Kuczynski, médico de enfermedades tropicales, y la madre de Pedro Pablo, francesa. Pero nada de eso hizo de los Kuczynski “rara avis” en la Lima de otrora. Como saben los que saben, hubo en nuestro XIX sabios inmigrantes, Ernesto Malinowski, Wertheman, Jorge von Hassel, polacos, alemanes, atraídos por la costa desértica y la Amazonía. Se hicieron peruanos. Esa gente está en el origen de la Escuela de Ingeniería, fundada en 1876. ¿No fue su primer director un polaco, Eduardo J. De Habich? De eso ha escrito López Soria, inútilmente; en el Perú de hoy no se leen libros y cualquier majadero se permite maltratar a PPK tratándolo de “astronauta norteamericano”. En el Perú hay racismo hasta para regalar. Lo hay para los Quispe y para los Kuczynski. Aquí todo el mundo tiene un escupitajo racista a flor de labios, no se hagan.

Pedro Pablo es un hombre de Estado, sano, honesto, encima culto, ¿en segunda vuelta? Ahora bien, si el electorado comete el despropósito de elegir presidente a un peruano que ha hecho estudios de filosofía, economía y política en Oxford, y que no es un improvisado, entonces, el Perú habría cambiado medularmente. PPK estudió composición musical, piano y flauta, fue varias veces ministro, ¿un peruano así, en el tan deseado sillón presidencial? ¿Qué les ocurre? ¿Quieren volverse sensatos, modernos, normales? ¿Y la tradición caudillesca de llego y me quedo?

En la insistencia del comandante Humala de “modificar la Constitución”, no está solo el tema de las mineras, sino el de la reelección a perpetuidad. Hay que entender que ya no se dan “cuartelazos” en América Latina, después de la lección magistral de Hugo Chávez, sino “anforazos”. ¿Qué impedirá que un Humala victorioso eche mano de los miles de millones de dólares de la reserva, aumente demagógicamente los salarios y luego vaya a un referéndum? Si PPK gobernara, bien o mal, se iría a sus 5 años. Keiko, no sabemos. Humala, en el 2021. Esa es la cuestión. Las democracias se mueren cuando sus ciudadanos no creen que los puedan engañar. No aprendemos.

Autor: Hugo Neira

Fuente: Diario "La República"