Por: César Acuña Peralta (Alcalde de Trujillo)
Durante la segunda mitad del siglo XX se gestaron diversos cambios económicos, políticos, sociales y culturales en el Perú. La crisis en la sierra y la bonanza de la pesca en Chimbote nos dieron la alerta de un desembalse social que muy pronto arrasaría a las principales ciudades del país. En medio de la crisis económica y la violencia generalizada, el nuevo capital social, compuesto por millones de inmigrantes transformaría para siempre la realidad nacional.
Cansados de esperar un cambio estructural y ante las diferencias sociales en el Perú (sobre todo en la educación) que aseguran el éxito para algunos pocos y condenan a la exclusión a las grandes mayorías, miles de peruanos han decidido forjar sus propios destinos. Nos referimos a los emprendedores.
Un emprendedor es aquel que hace que las cosas sucedan. Su gran energía, esfuerzo y perseverancia son sus principales activos. Este es el gran valor del nuevo capital social que llevará a nuestro país por el camino del desarrollo sostenible y el bienestar para todos.
El Perú necesita convertirse en un país competitivo de cara a la globalización y tiene en sus emprendedores su principal ventaja competitiva. Hemos firmado TLC con las regiones más asistencialistas del mundo y las recientes crisis financieras en Estados Unidos y Europa nos hacen pensar que estos modelos no durarán para siempre. Los emprendedores son los llamados a convertir el Perú en un país altamente productivo. La inversión en la educación debe favorecer las iniciativas emprendedoras desde temprana edad.
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