martes, 20 de octubre de 2009

Así construyó la diplomacia chilena la farsa de los tratados de límites marítimos entre Perú y Chile


Utilizaron “errores” de acuerdos pesqueros de 1952 y 1954 para convertir paralelo en línea demarcatoria

Hugo Ramírez Canaval

Contralmirante (r)

Este asunto que está de moda en todo el mundo por el alboroto que arma la clase política chilena, sin importarles el ridículo que están haciendo, es la mejor muestra de la idiosincrasia, de la manera de ser tan diferente de dos pueblos vecinos que deberían vivir en paz y buena vecindad. El diferendo que pudo ser tratado como el asunto sencillo y manejable que es, con conversaciones de gente inteligente y civilizada, ha terminado en una controversia, que la clase política chilena bien lo sabe, no tiene argumentos y la van a perder.

Este asunto –como decía- es producto de la bonanza, la decencia ancestral y la falta de malicia de los peruanos, frente a una ambición y falta de escrúpulos de la clase dirigente chilena para alcanzar sus proyectos a cualquier precio, incluyendo la traición de algunos peruanos.

Una vez ubicados los actores, quiero recordarle, estimado lector, el origen y el posterior desarrollo arreglado de los hechos. Así, tenemos:

1) Un error del gobierno peruano en 1947, cuando el Presidente Bustamante y Rivero al declarar la soberanía sobre las 200 millas con el DS Nº 781 de 01 de Agosto, especifica “que se ejercerá dicho control y protección… en una zona comprendida entre las costas y una línea imaginaria paralela a ellas, a una distancia de doscientas millas marinas, medida siguiendo la línea de los paralelos geográficos.”.

2) Dos “errores” inducidos o conducidos por los hábiles negociadores chilenos, para que los peruanos firmen dos acuerdos, unos de ellos para agilizar o para regular las actividades de pesca artesanal, en 1952 y en 1954, repitiendo como inocentes niños de colegio y guiados por “la miss”, que tales “paralelos” citados para orientación serían los indicadores de “la delimitación marítima”.

En efecto, el 18 de Agosto de 1952, reunidos en Santiago: Perú, Ecuador y Chile, emiten la “Declaración de Zona Marítima”, estableciendo la soberanía en las 200 millas de cada país; pero para Chile, ya “es un indicador de delimitación.”. Luego, el 4 de Diciembre de 1954, en la ciudad de Lima, durante una “Conferencia sobre explotación y conservación de especies marinas” que nada tenía que ver con asuntos de tratados de límites, y debido a que “se producen con frecuencia, de modo inocente y accidental, violaciones de la frontera marítima entre los Estados vecinos”, se crea una “zona especial” de “10 millas de ancho a cada lado del paralelo que constituye el límite marítimo entre los dos países.”. (Esto era especial para Perú y Ecuador, pero Chile lo aplicó y nuestras autoridades nada dijeron en aquellos días). ¡Sin un tratado de límites!

3) Lo que le voy recordar, estimado lector, ya no se puede calificar de “error inducido”. Es un flagrante acto de traición a la Patria, por el tiempo transcurrido, por la categoría de los firmantes y por el alto cargo de quien finalmente, le dio “sus bendiciones”, aprobando y autorizando tan grande violación de tantos y tan precisos documentos, cuando era Secretario General de la Cancillería del Perú, en 1969.

Resulta que se producían continuas capturas de embarcaciones en las inmediaciones de la creada línea de separación de zonas de pesca, por lo que el Embajador del Perú en Santiago, el 26 de Mayo de 1965 presentó un memorando proponiendo “como medio para prevenir la repetición de estos hechos, la conveniencia de que ambos países construyan en la zona ribereña que les corresponde, un faro…”. El 3 de Diciembre de 1965, se repitió una nota similar, sin respuesta. Hasta que el 6 de Febrero de 1968, -una vez más- el ministerio de RR.EE. del Perú remitió la Nota Nº 6-4-9, repitiendo la propuesta de construir postes de señales visibles a gran distancia, “en el punto en que la frontera común llega al mar, cerca del Hito Nº 1”. Chile respondió el 8 de Marzo de 1968, aceptando la propuesta de construir tales señales “en el punto en que la frontera común llega al mar, cerca del Hito Nº 1”, lo que se conocía como “la enfilación”.

En el mes de Marzo, ambos gobiernos hablaban de “señales en un punto en la orilla del mar, cerca del Hito Nº 1”, pero el 26 de Abril de 1968, ambas delegaciones –después de varias reuniones- firman un documento sobre “la misión que les ha sido encomendada por sus respectivos gobiernos” para la instalación de marcas de enfilación visibles desde el mar, que materialicen el paralelo de la frontera marítima que se origina en el Hito Nº 1.” Esa gracia está firmada por un embajador peruano.

Corresponde resaltar que en base a estos hechos, nuestros vecinos construyeron la farsa de “los tratados de límites”, que según ellos, son los suficientes para alegar que tienen la razón. Pero, la verdad es que ellos siempre sabían que habían construido “un castillo de naipes”, que se va a ir suelo al primer soplo. Ellos lo saben, por eso su desesperación cuando algo les demuestra que no tienen razón, como los recientes mapas europeos.

Tan cierto es que saben que no tienen argumentos realmente válidos ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, que siempre actuaron de acuerdo a su educación y estrategias. En 1985 el Canciller Allan Wagner abordó al entonces Canciller chileno Jaime del Valle, sin resultado. El año siguiente, el Embajador en Santiago conversó oficialmente con el mismo Canciller Del Valle sobre la conveniencia de suscribir un Tratado de Límites Marítimo. El 23 de Mayo de 1986 Chile recibió la nota 50-4-M/17, con la postura oficial del Perú.

Los chilenos nunca respondieron, y 11 años después, el 23 de Junio de 1997, se presentaron en la ONU para adherir a la Convención del Mar, y registrar su reserva manifestando que “nunca aceptarán tratar ningún problema de delimitación marítima, bajo los términos de la Convención del Mar”. Es indudable que ellos ratificaron la Convención como única manera de asegurarse la “no delimitación” con el Perú.

Pero para que eso funcione, el Perú debía también adherir, y para eso estuvieron trabajando por años y con empeño digno de mejores fines, los miembros de la fenecida Comisión Consultiva de Relaciones Exteriores del Perú, fieles “amigos de Chile”.

Siguiendo con el sano empeño de arreglar la delimitación, el Canciller del Perú, Manuel Rodríguez Cuadros, inició el actual proceso, el 19 de Julio de 2004, con una nota diplomática a la Canciller chilena Soledad Alvear, dándole un plazo de 60 días para iniciar las conversaciones.

Ante las continuas negativas de Chile para tratar el tema en forma seria y definitiva, alegando que los acuerdos de 1952 y 1954, son tratados de límites, el 16 de Enero de 2008, el gobierno del Perú presentó ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, el “Caso concerniente a la delimitación marítima entre la República del Perú y la República de Chile”, y el 19 de Marzo de 2009, se presentó la Memoria del Perú, con 3 notas:

1. La frontera terrestre se inicia en el punto Concordia y no en el Hito Nº 1.

2. La frontera marítima es una bisectriz, y no un paralelo geográfico.

3. El triángulo exterior es parte del mar peruano y no alta mar.

El argumento de la línea bisectriz, es no solamente lógico, sino que así está considerado en el Derecho Internacional y así lo está aplicando el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, que en Europa –como en todo el mundo- desde los institutos científicos especializados hasta las empresas privadas, ven que el paralelo no puede ser considerado como un límite marítimo, cuando el Continente hace ángulo.

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