viernes, 12 de marzo de 2010

El falaz tratado defensivo del Perú con Bolivia fue una burla


Jorge Basadre Ayulo Maestro y Doctor en Derecho

A instancias de Bolivia, el régimen político civilista en el Perú consideró conveniente celebrar una alianza con Bolivia, países donde se encontraba el rico salitre y que era explotado por trabajadores chilenos de manera colectiva. El referido tratado entre Perú y Bolivia fue suscrito el seis de febrero de 1873.

El artículo primero rezaba: Las altas partes contratantes se unen y ligan para garantizar mutuamente su independencia, su soberanía y la integridad de sus territorios respectivos, obligándose en los términos del presente Tratado a defenderse de toda agresión exterior...

El párrafo segundo del citado instrumento indicaba: La alianza se hará efectiva para conservar los derechos expresados en el anterior, y especialmente en los casos de ofensas que consistan: I. En actos dirigidos a privar a alguna de las altas partes contratantes de una porción de su territorio, con ánimo de apropiarse su dominio o de cederlo a otra potencia. II. En actos dirigidos a someter a cualquiera de las altas partes contratantes a protectorado, venta o cesión de territorio o a establecer sobre ella cualquier superioridad, derecho o preeminencia que menoscabe u ofenda el ejercicio amplio y completo de su soberanía e independencia. III. En actos dirigidos a anular o variar la forma de gobierno, la Constitución política o las leyes que las altas partes contratantes se han dado o se dieren en ejercicio de su soberanía. (Jorge Basadre Grohman, ob.cit.p.455).

No dejemos pasar por alto que el Tratado de marras preveía la existencia de arbitraje entre las partes con carácter previo a una eventual guerra.

Jorge Basadre Grohman, elucubraba en su marmórea prosa las razones que impulsaron al Perú a firmar el tratado falaz de 1873. Especulaba en el hecho del profundo recelo “Siempre entre ambos países” y en el propósito persistente boliviano en anexar Tacna y Arica a favor de su país.

Consideramos que el Tratado secreto de 1873 constituyó un acto de atolondramiento del gobierno civilista de entonces y que después el gobierno de Mariano Ignacio Prado Ochoa debió denunciar. Bolivia no tenía contingente bélico ni marina, por lo que en caso de conflicto bélico la carga reposaba en el Perú, como así ocurrió.

De otro lado la política fiscal del monopolio salitrero seguida por el Perú no era necesaria, ya que provocaría recelos en Chile. Debemos dejar constancia, como es sabido, que Argentina no se adhirió al Tratado citado por razones políticas internas de ese país.

El 14 de febrero de 1879, un pelotón del ejército chileno invadía Antofagasta, reivindicando para sí el territorio al sur de los veintitrés grados. La ocupación de Antofagasta fue hecha sin que los bolivianos efectuaran tiro alguno en defensa de su patria.

Chile tenía gran fuerza bélica y superioridad militar y naval sobre el Perú. Bolivia no aportaba nada. Producida la invasión de Antofagasta el Perú debió denunciar el Tratado y no inmiscuirse en el conflicto bélico entre Bolivia y Chile o solicitar el arbitraje pactado, aún corriendo el riesgo de una alianza chilenoboliviana. Ésta, de producirse, fulminaría el mencionado Tratado y nos habría dado tiempo para armarnos bélicamente.

La escuadra chilena tenía en 1879 dos acorazados, el Almirante Cochrane y el Blanco Encalada (gemelos fabricados en los astilleros Hull en 1874, 3566 toneladas, 2900H.P., seis cañones Armstrong de 12 toneladas y 9 pulgadas); las corbetas Chacabuco y O’higgins (1670 toneladas, 800 H.P., tres cañones Armstrong de 15 toneladas y cuatro de a 40 y 70); y de los buques de madera Esmeralda y Covadonga, reliquias de la guerra de 1866, Magallanes y Abtao. Bolivia no tenía escuadra. La escuadra peruana se componía del monitor Huáscar (construido en 1866, de 1130 toneladas, 300H.P. dos cañones de 300 dos de 40, blindaje de 4,5 a 5 pulgadas), la Independencia (construida en el año 1865 de 2004 toneladas, 550H.P. doce cañones de 70, dos de 150, cuatro de 32 y cuatro de 9); la corbeta de madera Unión, de 1150 toneladas, la Pilcomayo de 600 toneladas y dos viejos monitores, el Atahualpa y el Manco Cápac, que servían como guardacostas y estaban estacionados permanentemente en el Callao y Arica, respectivamente.

Inútil resultó, por la falta de crédito y de dinero del Perú y por la urgencia del asunto la gestión hecha por Canevaro, enviado peruano en Europa, para reforzar esta escuadra, inferior, como se ve, a la enemiga. (Jorge Basadre Grohman, ob.cit.p.466).

Colegimos entonces la evidente superioridad marítima y terrestre de Chile. La historia es harto conocida por todos los lectores: la proeza titánica del Almirante Miguel Grau y su marinería heroica, la lucha en el desierto árido y en el agreste morro de Arica. La defensa en Chorrillos y Miraflores y la posterior ocupación de Lima. Bolivia no hizo nada salvo una fugaz resistencia en Tacna. Su jefe máximo Hilarión Daza recibió dinero de los chilenos para no avanzar con sus tropas a Arica como era la orden, dejándose desamparados a los peruanos. Con posterioridad Daza fue declarado por el Congreso boliviano de ser indigno de la patria, pese a lo cual vivió con su sólida fortuna ilegal en París.

Debemos tener cuidado de no repetir la misma historia. Actualmente el Perú tiene sus fuerzas armadas en decadencia por la amenaza de los tribunales por la supuesta comisión de delitos contra los derechos humanos; mal pagadas y con material bélico obsoleto. No debemos permitir que la historia de 1879 se repita.

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